Fue concejal del PJ en tiempos de Simón intendente, cuando el peronismo miraba todo desde la tribuna.
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La noticia llegó recién, casi no dio tiempo a la reacción. Falleció Graciela Di Pompo, quien en el último tiempo se desempeñó en el área de Género dentro del gabinete municipal. Desde hace un par de años venía peleando con una enfermedad que finalmente le ganó la batalla.
Di Pompo fue electa concejal en 2001, aquel año fatídico para la historia del país. Participó de la elección interna del Partido Justicialista en el famoso sistema de grilla que implementó quien por entonces ostentaba la presidencia del PJ, José Antonio Bucca. Fue electa junto a María Inés Longobardi, Mario Oguiza y Oscar ibáñez, y Mauro Pérez y el urdampilletense Luis Rodriguez integraron la lista en lugares a entrar en el Consejo Escolar.
Di Pompo incluso llegó a tener su agrupación justiciaista en la avenida Tres de Febrero, continua a una estación de servicio de GNC, en tiempos en que el PJ estaba atomizado y todos tenían intenciones de participar y armar, algo que le pasa por estos días a la vereda de enfrente, a la UCR.
Verborrágica, frontal, humilde, madraza, afrontó los desafíos de la política como lo hizo con los de la vida. Madre de cuatro hijos a los que por buen tiempo crió casi en soledad luego de su separación, llevó adelante la familia y mantuvo la casa del barrio Melitona, donde hicimos miles de notas y tomamos otros tantos mates.
Muy compinche de Oscar Ibáñez en sus comienzos, fue una de las más cuestionadoras del gobierno de Juan Carlos Simón cuando le tocó ocupar la banca de concejal. Para muchos era "la nueva Mirta Linares", por su forma de manejarse dentro del recinto, quizás le faltó más tiempo en el deliberativo para alcanzar tal mote; pero iba camino en aquellos primeros años de edil.
Empleada municipal del área de inspección, sufría el hostigamiento de funcionarios de un gobierno que no era propio cuando Simón era intendente, y algunos castigos también. La concejalía le permitió salir de ese mundo, al que volvió cada vez que vencía su mandato, siempre a algún área poco deseada por los empleados.
Muy amiga también de Mirta Navaridas en aquellos comienzos de militancia fuerte en el PJ, con quien compartió varias cosas hasta que Mirta falleció. Una persona con su caracter y su impronta, que generaba amores y odios, dentro y fuera de las filas peronistas.
La llegada de Bali Bucca al municipio le permitió cobrar algún cargo más relevante, incluso volvió a ser concejal, y en el último tiempo se desempeñaba en el área de género.
Se fue una mujer valiosa para la causa peronista en momentos en que el peronismo miraba todo desde la tribuna, cuando Simón gobernaba. Su lugar en el recinto, el de esa luchadora que se prendía en todos los debates, aún no ha sido suplantado por otra dama, quizás porque Di Pompos, como Linares, nacen muy de vez en cuando y el molde se rompe una vez que salieron del cascarón. QEPD.
El intendente y el senador provincial estuvieron acompañados por autoriades de salud y del Hospital Capredoni.