Falleció el ex concejal Rubén Arturo Palacios

Llegó al HCD en 1999 luego de haber sido precandidato a intendente en dos ocasiones. Político de pocas palabras pero muchas convicciones.

Se fue quizás la pata principal del Ateneo de Integración Radical.

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Rubén Arturo Palacios para muchos es más un nombre comercial que alguien que estuvo ligado durante más de una década de manera intensa a la política local. Es que el cartel frente a su comercio sobre la Ruta 226 lo decía todo, su nombre era más grande que las marcas que vendía, e incluso más conocido.

La honestidad en su trabajo, más el conocimiento popular por sus gloriosas tardes de fútbol, lo llevaron a sumarse a la política a la vuelta de la democracia. Fue precandidato a intendente en dos ocasiones sin suerte (en 1991 que cayó a manos de Eduardo Alzueta y en 1995 que fue derrotado por Juan Carlos Simón).

Llegó al Concejo Deliberante por una alianza que hizo el Ateneo de Integración Radical (el que integró hasta el último día de su vida pese a que estaba inactivo desde hace años) con la Corriente de Opinión Nacional que enfrentó en 1999 con Juan Carlos Morán a la cabeza al intendente Juan Carlos Simón, que iba por la primera reelección.

Aquel tan mentado 42% de los votos que le sacó Morán a Simón hizo que Rubén Arturo Palacios llegara al Concejo Delibernate, ya que era el primer concejal de aquella lista. Eran otros tiempos, si bien se plegó al bloque simonista, tuvo sus fuertes encontronazos con los concejales más allegados al intendente porque no aceptaba votar por votar cualquier cosa. En esa pelea tuvo la compañía de Marta Mezquía, también concejal no simonista, con quien compartió durante años tardes de mate en la lanera de avenida Belgrano.

Finalizado su mandato de concejal, se dedicó de lleno al cuidado de su esposa, que tuvo serios problemas de salud y siempre la acompañó. De fuerte creencia religiosa, ambos salieron adelante y pudieron disfrutar buen tiempo de los nietos.

De la política prácticamente se había retidado, aparecía muy de vez en cuando por el comité, o aceptaba alguna charla sobre el pasado del radicalismo local en su local sobre la ruta 226; pero ya no tenía intenciones de integrar listas. Hasta que lo convocó Ricardo Criado en 2015 para que lo acompañara y aceptó, incluso apareció en alguna producción fotográfica. Estuvo cerca de jurar varias veces en los últimos dos años por las licencias de quienes eran titulares.

Con él se va quizás la pata más importante del Ateneo de Integración Radical que integró con Díaz Pueyrredón padre, Rubén Tamborenea y Cachito Sánchez, entre otros ya viejos radicales. Se fue un hombre distinto, jamás se lo escuchó hablar mal de nadie, y jamás se escuchó a nadie hablar mal de él, algo que pueden lograr muy pocas personas.

Era de los viejos radicales, de los de la marcha, la boina, el escudo, los amigos, los correligionarios, el comité, de esos que nos van quedando pocos. Se fue un idealista, como solía catalogarse él, de esos que soñaban cosas que parecían imposibles en estos tiempos y en tiempos de más atrás también. Se fue un hombre que se va a extrañar en varios lugares, porque donde participó dejó su sello, y en la política local y en el Concejo Deliberante, también. Hasta siempre Rubén Arturo.